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sábado, 3 de diciembre de 2016

LAS NUEVAS RECOMENDACIONES DE LA ONU Y OMS, ORIGEN DEL POSIBLE IMPUESTO SOBRE LAS BEBIDAS AZUCARADAS

Ayer se debatía en el Consejo de Ministros un plan para reducir el déficit en unos 8.000 millones de euros que incluye, entre otras medidas, la creación de un gravamen sobre las bebidas azucaradas y carbonatadas que recaudaría unos 200 millones en 2017. Se trata de un impuesto cada vez más frecuente en los países europeos y "un instrumento de lucha contra la obesidad y los problemas del exceso del azúcar".

Los azúcares están presentes de manera natural en multitud de alimentos básicos como las frutas, los vegetales, la leche o la miel y aportan energía inmediata al organismo humano. Se añaden como ingrediente a bebidas y alimentos a los que además de dulzor aportan otras muchas funciones, tales como potenciar el sabor, textura y color, prolongar la vida útil y garantizar la seguridad higiénica ya que una alta concentración de azúcares inhibe el crecimiento microbiano en los alimentos.

Pero dentro de un patrón de nutrición sana, el consumo de azúcares libres debe ser limitado para evitar la ingesta de exceso de energía que conduce a la obesidad y la diabetes, y para reducir el riesgo de caries dental. Por el momento, se aconseja que el consumo de azúcares sencillos no supere el 10% de la ingesta calórica total, aunque esta moderación en el consumo no parece ser suficiente. El consumo excesivo de azúcar preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que plantea reducir a la mitad la ingesta diaria recomendada basándose en nuevas recomendaciones y estudios científicos. 

El Comité Científico Asesor del Reino Unido sobre Nutrición (SACN) recomienda que los azúcares (libres) añadidos a alimentos o bebidas o presentes en jugos de fruta y miel, no debería representar más del 5% de la ingesta energética diaria, lo que equivale a 5 ó 6 cucharaditas/ día para un adulto. En España, según grupos de edades, los azúcares sencillos representan entre un 18% y un 20% de las calorías que consumimos. Sin embargo, debemos tener presente que estas cifras incluyen tanto el azúcar presente en los alimentos de forma natural como el añadido. Según las encuestas nacionales, un 30% del azúcar que tomamos es el que nosotros añadimos. El 70% está escondido en los alimentos,

La agencia de salud de Naciones Unidas lanzaba el pasado mes de octubre, coincidiendo con el Día Mundial contra la Obesidad, un llamamiento mundial para que todos los países impongan impuestos sobre las bebidas azucaradas y reduzcan así la actual epidemia de obesidad y diabetes que afecta a cientos de millones de personas y es especialmente preocupante en niños.

En noviembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) defendía en un informe titulado 'Las políticas fiscales para la dieta y la Prevención de Enfermedades no Transmisibles (ENT)'  que un impuesto que aumente el precio de las bebidas azucaradas en un 20% resulta en reducciones similares en el consumo de estas sustancias. 
El informe basa su recomendación en los resultados de una reunión de expertos mundiales convocada por la OMS a mediados de 2015, un estudio de 11 revisiones sistemáticas recientes sobre la eficacia de las políticas fiscales para mejorar la alimentación y para prevenir las enfermedades no transmisibles, y una reunión técnica de expertos mundiales.

De acuerdo con el Dr. Douglas Bettcher, Director del Departamento de Prevención de Enfermedades No Transmisibles de la OMS, «la ingesta de azúcares libres, entre ellos los contenidos en productos como las bebidas azucaradas, es uno de los principales factores que está dando lugar a un aumento de la obesidad y la diabetes en el mundo. Si los gobiernos gravan productos como las bebidas azucaradas pueden evitar el sufrimiento de muchas personas y salvar vidas. Además, se reduciría el gasto sanitario y aumentarían los ingresos fiscales, que se podrían invertir en los servicios de salud».

De acuerdo con las estadísticas mundiales de 2014, más de uno de cada tres (el 39%) de los adultos de 18 años o más tenía sobrepeso. La prevalencia mundial de la obesidad se duplicó con creces entre 1980 y 2014 y, en ese año, el 11% de los varones y el 15% de las mujeres (más de medio billón de adultos) eran obesos. Además se estima que, en 2015, 42 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso u obesidad y que, en los últimos 15 años, esta cifra ha aumentado en cerca de 11 millones. Casi la mitad de estos niños (el 48%) vivían en Asia, y el 25% en África. El número de diabéticos también aumentó de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014. En 2012, 1,5 millones de personas fallecieron a causa de la diabetes.

Según explica el Dr. Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la OMS, «el azúcar no es necesario desde el punto de vista nutricional. La OMS recomienda que, si se ingieren azúcares libres, aporten menos del 10% de las necesidades energéticas totales; además, se pueden observar mejoras en la salud si se reducen a menos del 5%. Esta proporción equivale a menos de un vaso de 250 ml de bebida azucarada al día».

Según este nuevo informe de la OMS, en las encuestas nacionales sobre alimentación se ha comprobado que la ingesta de alimentos y bebidas ricos en azúcares libres puede ser una fuente importante de calorías innecesarias, especialmente para los niños, los adolescentes y los adultos jóvenes. El informe también señala que determinados grupos poblacionales, entre ellos las personas con bajos ingresos, los jóvenes y las personas que suelen consumir alimentos y bebidas perjudiciales para la salud, son precisamente aquellos en quienes más pueden influir los cambios en los precios de las bebidas y los productos alimenticios y, por ende, los que pueden obtener más beneficios para la salud.

El informe señala que las políticas fiscales deberían centrarse en los productos alimenticios y las bebidas para los que hay alternativas más saludables pero recomienda otras medidas complementarias:

   - Subvenciones a las frutas y las hortalizas frescas que permitan reducir los precios de un 10% a un 30% promoviéndose así un incremento de la ingesta de estos productos;
   - Impuestos a determinados productos alimenticios y bebidas, especialmente los que son ricos en grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcares libres y/o sal, ya que los datos disponibles muestran claramente que el aumento en el precio de estos productos da lugar a una reducción en su consumo.
   - Impuestos especiales —tales como los que se aplican a los productos del tabaco— con los que se grava un determinado volumen o cantidad del producto o de un ingrediente en particular con impuesto fijo (específico) son más eficaces que los impuestos sobre las ventas u otros impuestos que se calculan como porcentaje del precio de venta al público;
   - Incrementar la aceptación de estos impuestos por la opinión pública si se utilizan los ingresos obtenidos para aplicar medidas que mejoren los sistemas de salud, promuevan la adopción de una alimentación saludable y fomenten la práctica de ejercicio físico.

Son varios países los que han adoptado ya medidas fiscales para proteger a las personas de los productos que perjudican la salud. Por ejemplo, México ha introducido un impuesto especial sobre las bebidas no alcohólicas con azúcares añadidos, y Hungría grava los productos envasados con alto contenido en azúcares, sal o cafeína. Otros países, entre ellos Filipinas, Sudáfrica y el Reino Unido, han anunciado que también tienen intención de introducir impuestos sobre las bebidas azucaradas.

Mientras, las multinacionales se defienden a golpe de talonera. Dos de los principales fabricantes de bebidas azucaradas a nivel mundial, Coca-Cola y PepsiCo, financiaron en EE UU a 96 organizaciones relacionadas con la promoción de hábitos saludables y la lucha contra la obesidad o la diabetes, enfermedades potenciadas por el alto consumo de azúcares. El objetivo era "mejorar" la imagen de los refrescos y restar apoyos a las leyes que limitan su consumo, dice el estudio. "Al aceptar financiación de estas empresas, las organizaciones de salud están participando sin saberlo en sus planes de marketing". El trabajo se publicó incluso en el American Journal of Preventive Medicine, la revista científica de la Asociación de Medicina Preventiva de EE UU (ver desde aquí). En España, decenas de entidades, incluidas varias universidades, reciben dinero de industrias de alimentos y bebidas con el mismo fin, en 2013, un estudio liderado por investigadores españoles comprobó que la inmensa mayoría de los estudios científicos financiados por compañías de la industria alimentaria, incluida Coca-Cola, aseguraban que no había pruebas suficientes de que los refrescos azucarados causen obesidad. Podéis leer al respecto un interesante artículo bastante detallado que se publicaba en octubre en la sección Salud del diario El País (ver aquí). Las asociaciones también se defienden como pueden, os recomiendo también leer el artículo publicado en la revista de mercados alimentarios MERCASA escrito por la Secretaria General de la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA) donde ponen en cuestión hasta que exista un debate sobre ello (ver aquí) e indica que este tipo de impuestos ni mejoran la salud ni contribuyen a mejorar la todavía débil recuperación económica. Quizá apoyar alternativas más saludables sería más recomendable para este tipo de asociaciones e industrias que defender lo indefendible.

Pero, ¿por qué en España sólo un impuesto para las bebidas carbonatadas y azucaradas si existen muchos más alimentos con un elevado contenido de azúcares?. ¿Y qué pasa con la formación sobre hábitos saludables o la revisión de la publicidad sobre alimentos basura?. Bueno, es una manera de empezar. Solo una lata de coca cola contiene 35 gramos de azúcar disuelto que van directos a sangre, más de las 5-6 cucharadas al día de azúcar recomendados. Otro día debatiremos sobre las alternativas light.


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